
En el campo de las actividades paralelas al Festival se han encontrado el inevitable II Encuentro hispano marroquí de escritores o la exposición de las obras del cartelista de esta séptima edición, el cubano Tony Carbonell.
Se nos hace inevitable preguntarnos por cierta afromanía que parece afectar a este Festival. Si bien en otras ediciones el Festival se ha dedicado a la música celta (II edición) y a Portugal y el fado (III edición), no menos cierto es que también lo ha sido a la música brasileña (V edición) y a la música africana (VI edición) en una sobrerrepresentación que no deja de sorprender, por no hablar del omnipresente jazz que gana terreno paulatinamente a la música clásica, convertida ya, por lo que respecta a este foro, en rara avis. Otra modalidad en escandaloso ascenso es el flamenco. ¿Acaso se ha agotado ya la variedad musical, cultural y étnica de nuestro propio continente?, ¿cuándo tendrá en este Festival el protagonismo que merece la música de Asia?
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